Sabido es que los alfeñiques tienen su origen en España, como caramelos o confituras hechas a base de una pasta de azúcar, pero en México este dulce, conocidos como calaveritas de azúcar, es un fenómeno sincrético porque mezcla dos temas diferentes: costumbre española con técnica indígena, que además es traición consumirlas el 2 de noviembre, Día de Muertos.
Ruth González, una talentosa artista mexicana asentada en España desde hace varios años, se ha dado a la tarea de hacer, por segundo año consecutivo, las tradicionales calaveritas de azúcar con motivo de la festividad de muertos, mismas que desde hace unos días ha puesto a la venta entre comunidades de mexicanos que residen en ciudades como Valencia, Madrid y Barcelona.
Originaria de México capital, Ruth realizó estudios de Artes Visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM. Ha desarrollado la fotografía y pintura a través de exposiciones presentadas tanto en su país natal, como Estados Unidos y España, siendo en éste último donde además de hacer estudios de arte, ganó el premio Pedro Marco, que otorga el Ayuntamiento de Requena, en la Comunidad Valenciana.
Luego de vivir algunos años en Valencia, la artista reside en la actualidad en Hospitalet de L’Infant, en Tarragona, desde nos comparte su proyecto de las calaveritas de azúcar que produce con gusto y arte y que además le permite seguir dando a conocer otra manifestación de la cultura mexicana, como anteriormente ya lo ha hecho en actividades en las que se ha implicado.
Ruth, ¿cómo surge la idea de emprender un proyecto para elaborar y vender calaveritas de azúcar, tan típicas de la festividad mexicana, en una tierra donde la gente le tiene respeto y miedo a la muerte?
Cuando vivía en Valencia, en el 2010, monté un altar de muertos en una de mis exposiciones artísticas con la ayuda de la Asociación Cuauhtémoc, la cual me prestó material como papel picado, flores, botellas de tequila o calaveras de azúcar, entre otros elementos. Las calaveras que me prestaron estaban muy envejecidas, ya que las habían traído de México hacia varios años. Dado que la sala de exposiciones estaba muy cerca de los huertos de Valencia en el barrio de Orriols, tuve problemas de ratones en el altar y finalmente se comieron las calaveras de azúcar, dejándolas inservibles.
Por ese incidente y por la vergüenza de reponer el material dañado, me empecé a interesar por ver de qué manera podía reponer las calaveras de azúcar y fue así como empecé a investigar cómo se fabricaban para poderlas hacer en España. Tras muchas pruebas, quemaduras en las manos y kilos de azúcar echada a perder, logré dar con el punto y depurar la técnica. Al iniciar el proyecto he pensado más que nada en la comunidad de mexicanos que vivimos en España y a la figura de la calavera, que se ha puesto tanto de moda en estampados de ropa, fundas de móvil, accesorios, etc. Trato de reivindicar un poco el origen de la calavera de azúcar.
¿Desde cuándo has empezado a hacer la producción de calaveras?
Empecé a hacer calaveritas de azúcar en el 2013, en un curso temático que impartí sobre el Día de Muertos en Valencia, en el mes de septiembre. En ese mismo mes tuve la oportunidad de montar una paradita por primera vez con mis calaveras de azúcar en una festividad del 15 de septiembre. A pesar de que faltaba mucho tiempo para el Día de Muertos, tuve mucho éxito.
¿A cuántas piezas asciende la producción que has hecho para las festividades de muertos de este año?
Aproximadamente unas 530 unidades, tomando en cuenta todos los tamaños disponibles que tengo. He gastado aproximadamente unos 35 kilos de azúcar.
¿Es la primera vez que haces este tipo de alfeñiques para vender?
A partir del 2013 empecé a hacerlas para vender, este es el tercer año que las hago, pero debo de confesar que cada año ha ido mejor y que la demanda va en aumento.
¿Qué mercado estás abarcando, el mexicano o en general?
El mercado mexicano, principalmente.
¿Cuál ha sido la reacción de tu círculo de amistades, tanto mexicanas como españolas, al enterarse de qué harías calaveritas de azúcar?
Dentro de mis amistades mexicanas he tenido muy buena respuesta, incluso me han hecho pedidos; de mi familia política española la reacción fue de extrañeza y asombro, pero con el tiempo empiezan a entender un poco, tener más interés e incluso a promocionarme entre sus amistades. A mi pareja en un principio le parecía un poco macabro y le molestaba un poco tener la cocina llena de cráneos de azúcar, pero con el tiempo les está tomando cariño, de hecho me ha puesto el apodo de «La Güera Calavera». De mis amigos españoles, la reacción ha sido buena y los veo muy interesados en aprender parte de nuestra celebración de Día de Muertos, de hecho empiezo a tener pedidos de ellos.
¿Al elaborarlas has seguido el mismo proceso que se hace en México, o has tenido que apoyarte en otro material o instrumentos, si es que en España no los has encontrado?
Utilizo el mismo proceso que se aplica en México, con azúcar caliente realizo el vaciado a los moldes y, posteriormente los decanto para que queden huecas, de esta manera el azúcar al enfriarse queda como piedra. La decoración la realizo con azúcar glas, clara de huevo y colorantes vegetales. Tras la búsqueda de la técnica encontré a personas que utilizaban azúcar y clara de huevo para hacer los cráneos en frío. Con esta técnica encontré la desventaja de que no era posible obtener el cráneo hueco, que la textura quedaba muy granulada y que el tiempo de secado podía ser de horas. A mi realmente me interesaba obtener una calavera lo más parecida a lo que se puede encontrar en México y no una adaptación.
¿Qué ingredientes has utilizado para elaborar las calaveritas?
Utilizo azúcar refinada, agua, azúcar glas, clara de huevo, colorantes vegetales comestibles, papeles metalizados de colores y lentejuelas
¿Tu idea es producir las calaveritas sólo para la celebración del Día de Muertos, o contemplas seguir elaborándolas posteriormente?
En un principio es para la celebración de Día de Muertos, pero se pueden encontrar todo el año en «La Despensa de Frida«, en el Mercado de Ruzafa, en Valencia.
¿Estás vendiendo tu producción en algunas ciudades en concreto y cuáles son éstas?
Barcelona, Valencia y Madrid, principalmente, aunque ya he empezado a tener pedidos en otros países como Italia.
Respecto a tu profesión como artista, Ruth, ¿en qué proyectos estás trabajando actualmente?
Estoy trabajando en un proyecto personal expositivo sobre la imagen de la mujer mediatizada en la que utilizo varias técnicas como la transferencia con polímeros, aplicación de disolventes, oleo y acrílico sobre papel y lienzo.
Sabido es que en tu trayectoria en España te has implicado en actividades que difunden la cultura mexicana, a través de exposiciones, instalación de altares y talleres de artesanía ¿de qué manera has seguido promoviendo tu cultura a través de tu arte?
Como ya comenté en un principio, en el 2010 monté un altar en una de mis muestras en la Sala de exposiciones de Orriols, en Valencia, dedicado al escritor mexicano Carlos Monsiváis. Desde ese momento empecé a estar en contacto con los mexicanos que vivían en Valencia y a colaborar con la Asociación Cuauhtémoc al ofrecerme como voluntaria para ayudar a montar sus altares. Posteriormente, como parte del programa de retribución del FONCA, realicé varios cursos en Valencia en diferentes años, referentes al Día de Muertos, la elaboración de catrinas, calaveras de azúcar y piñatas. Ahora vivo en Hospitalet de L´Infant, en la provincia de Tarragona, y me encuentro más cerca de Barcelona. El año pasado gané en esa ciudad el concurso de catrinas de la Asociación de Mexicanos Mex Cat, a la cual le he propuesto algunos cursos como la elaboración de catrinas y estoy segura que en un futuro podré colaborar más con ellos.
¿Qué sensación te deja el hacer calaveritas de azúcar en una fecha tan especial para los mexicanos?
Me encanta mi trabajo, siempre me ha llamado mucho la atención la festividad de Día de Muertos, puedo decir que es mi fecha favorita en el calendario, más que la Navidad o el Año Nuevo. Para mi hacer calaveras de azúcar es un placer, a veces es un poco cansado por la cantidad de pedidos que tengo, pero en el fondo las hago con mucho amor y dedicación. Son mis pequeñas hijas calaveras y me hace feliz saber que a la gente le gusta mi trabajo.