Gervasio Sánchez, fotoperiodista: ‘ir a la guerra no es ir a una verbena’

Hablar de Gervasio Sánchez es hablar de fotografía de guerras, de conflictos bélicos en las que como fotoperiodista independiente que ha sido durante más de 30 años, ha narrado con imágenes la línea dura que se debate entre la vida y la muerte, en que el sufrimiento, dolor, odio, injusticia y traición están siempre presentes.

Es hablar también de un fotógrafo valiente, crítico y comprometido, de esos que de manera independiente van a cubrir un conflicto bélico cargados con un equipo fotográfico de 60 kilos (o más), con recursos económicos propios y limitados, dispuestos a vivir y contar con imágenes las crudas historias, sin pretender hacer la mejor fotografía para ganar un premio nacional o internacional, más que informar.

Gervasio, originario de Córdoba (1959) vuelve a Valencia, justamente al Museo de Etnología, donde la tarde del pasado 8 de junio presentó por cuarta ocasión otra de sus exposiciones en este recinto. Se trata de “Antología”, un legado visual e histórico, compuesto por 160 imágenes desgarradoras que penden de las paredes de una amplia sala, que la comisaria Sandra Balsells organizó en varios bloques: “América Latina”, “Balcanes”, “África”, “Vidas Minadas” y “Desaparecidos”.

Imagen del proyecto 'Vidas Minadas' realizado en Angola.
Imagen del proyecto ‘Vidas Minadas’ realizado en Angola.

Estas imágenes son un importante testimonio de 25 años de trabajo que reflejan el conocimiento de la historia de cada guerra que Gervasio ha vivido como fotógrafo. También es una muestra de su evolución profesional, desde sus inicios hasta la actualidad, en que la técnica en blanco y negro, con la que empezó, le permitió informar, y la de color le ha dejado transmitir.

Antología” recoge fotografías desde 1984, cuando se inició como fotoperiodista especializado en conflictos armados, concretamente en América Central, donde él mismo reconoció que “hacía fotografía de prensa” al captar heridos y combates en Guatemala, El Salvador, Nicaragua y otros sitios centroamericanos, que quizá no son su referencia profesional, pero que le fueron acuñando el concepto personal de lo qué es una guerra, de lo que el ser humano -falto de piedad- es capaz de hacer con tal de sobrevivir ante duros combates.

La tarde del 8 de junio, el  fotoperiodista abrió su exposición con una conferencia, para luego pasar al acto inaugural en que el público vio fotografías en formato grande que imprimen muerte, vida y dolor; rostros que reflejan duras miradas y expresiones del daño inexplicable que produce una guerra.

En días posteriores el museo organizó varias visitas guiadas al público, que el mismo fotógrafo atendió contando la historia de los conflictos, compartiendo sus experiencias e incluso reflexionando sobre los sucesos duros que ha cubierto como fotoperiodista.

Si algo resultó sorprendente escuchar de un fotoperiodista que ha publicado más de 10 libros, que ha ganado premios como el Cirilo Rodríguez, el del Club Internacional de Prensa, Derechos Humanos de Periodismo, LiberPress y Ortega y Gasset y que además fue merecedor del Premio Nacional de Fotografía 2009, es decir que “no sabe revelar, que no le gusta, que pasa de hacerlo o de ver cómo se van revelando sus fotografías y menos de retocarlas digitalmente”.

Y es que Gervasio es un fotógrafo autodidacta que nunca hizo un curso o máster en fotografía, que estudió Periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona y que cada verano, durante 17 años, trabajó como camarero para reunir dinero y costearse sus viajes para cubrir guerras.

El segundo bloque de la exposición muestra imágenes de la Guerra de los Balcanes, un conflicto generado por diferencias políticas, étnicas y religiosas en la ex–República de Yugoslavia, que le dio un giro a su trabajo profesional, porque estando en Sarajevo decide dejar de fotografiar muertos para captar imágenes de personas vivas, por considerar que había que registrar el dolor y sufrimiento de quienes viven, más que de los muertos.

Gervasio Sánchez con Sandra Balsells, comisaria de la exposición
Gervasio Sánchez con Sandra Balsells, comisaria de la exposición. (Foto: Raquel Abulaila).

Es así como con más fuerza y seguridad Gervasio va “educando su dedo”, se acerca a las personas en conflicto y fotografía lo que él mismo considera como “el mal”, “fusilando” con su cámara el momento exacto en que cruelmente personas acuchillan o disparan a otras. En pocas palabras, escenas en las que el mal, el sufrimiento, la vida y la muerte se hacen presentes, pero que emocionalmente no es fácil fotografiar.

Las imágenes del bloque alusivo a “África” son el crudo reflejo del Genocidio de Ruanda (1994-2004), en el que el gobierno trató de exterminar a la población tutsi y cuyo testimonio de Gervasio son imágenes de personas enfermas y muertas por cólera, disentería o malaria, de las casi 800 mil aniquiladas, mientras que otras registran rostros con marcas físicas de severas agresiones.

El mismo autor recordó que esa misión fue muy dura, porque eran tantos los muertos en ese conflicto, que hubo momentos en sus días de trabajo en que los fotógrafos tenían que caminar casi encima de los cadáveres para moverse de un sitio a otro, o para hacer más fotografías.

“En tres disparos imprimía el tránsito entre la vida y la muerte”, mencionó en una de las visitas guiadas.

UN FOTOPERIODISTA COMPROMETIDO
Imagen del proyecto 'Vidas Minadas'.
Imagen del proyecto ‘Vidas Minadas’.

Dos bloques interesantes y que se pueden mirar con un apartado especial en la carrera de Gervasio son “Vidas Minadas” y “Desaparecidos”, el primero un proyecto que desarrolla desde 1995 y que fue decisivo en su manera de ver y ejercer el periodismo, cansado ya de cubrir conflictos a un determinado ritmo.

La propuesta de escribir y fotografiar víctimas de minas le llegó primero por parte de un grupo editorial catalán que pagó el primer viaje a Angola, donde recogería las primeras historias de personas mutiladas por las minas. Luego varias organizaciones sociales apoyaron el proyecto y el periodista amplió su investigación en siete países de cuatro continentes, mismo que quedó documentando en el libro “Vidas Minadas”, publicado en 1997.

Pero el proyecto no terminó ahí, porque en 2002 publicó “Cinco años después. Vidas minadas”, y en 2007, “365 Vidas Minadas”, con testimonios e imágenes actualizados de niños que captó años antes y que luego encontró como adultos.

Es tal el compromiso de Gervasio por darle continuidad al tema, que sigue trabajando en este proyecto con la idea de presentar una nueva versión de vidas minadas en noviembre de 2022, justo cuando se cumpla un cuarto de siglo de la primera publicación que hizo sobre la investigación.

Y así como “Vidas Minadas”, está “Desaparecidos”, otro bloque de la exposición que recopila en imágenes historias de personas de diversos sitios que han perdido a sus seres queridos y que para ellos pueden seguir vivos. Gervasio documenta en fotografías detalles, sitios o pertenencias de esas personas desaparecidas.

Él mismo dice que este proyecto continuará porque está decidido a abordar más este tema, sobre todo en casos registrados en España.

Momentos de la inauguración.
Momentos de la inauguración. (Foto: Raquel Abulaila).

Gervasio es un fotógrafo muy interesante, un hombre cuyas cámaras han aportado mucho a la historia de los conflictos que ha cubierto y una persona que anímicamente ha sabido balancear los estragos psicológicos que deja una guerra, sin que hasta el momento haya tenido que ir a un psicólogo o psiquiatra, pero que reconoce que cada vez que vuelve de un combate, su mochila está llena de un dolor difícil de explicar.

Sin embargo ha buscado su propia autoayuda, acudiendo de nuevo al mismo sitio donde alguna vez vivió una guerra, para ver lo diferente que está el panorama, los paisajes, incluso para volver a disparar su cámara captando la nueva imagen del sitio que alguna vez fotografió en plena guerra.

Esto lo hizo en Sarajevo, donde incluso comentó que en un determinado momento visitaba un panteón y reflexionó estar “vivo de milagro”, pues nunca ha sido herido en una guerra, aun cuando muchos de sus mejores amigos fotógrafos españoles han muerto.

“Ir a la guerra no es ir a una verbena, ir cargado de 60 kilos de equipo, abandonar tu casa equilibrada, tu familia, tus amigos, debe ser porque has armado tu viaje con razones de peso”, afirmó el fotoperiodista.

Gervasio ha trabajado para medios como el Heraldo de Aragón, La Vanguardia, Cadena Ser, BBC, la revista Tiempo y además imparte talleres de fotografía en Albarracín.

La exposición ha sido producida por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y permanecerá expuesta en el museo hasta el 9 de octubre.

¡Vale la pena verla!

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